jueves, 22 de marzo de 2007


Encendí otro cigarrillo y miré mis pies (juntos): tan venosos como el resto de mi cuerpo; hasta podría ver con claridad el recorrido de mi sangre, y como se estanca, a veces, haciéndome ver morada.
Nunca tuve buena circulación, supongo que viene de familia: todo lo “malo” es hereditario, un ejemplo más, de las perfectas excusas. Podría culpar (nuevamente y sin disimulo) a mi estrangulado cerebro, creyendo en sus olvidos de ordenar el tránsito de mi sangre.
Pero todos son supuestos, claro, siempre me preocupó la liberación de ésta y no su permanencia dentro de mí. Es más linda fuera: su color es más lindo y su olor también. Si, también es más lindo fuera.
Podría ser Nebreda y hacer un cuadro; creo que siempre me hubiese gustado hacer eso (y del dicho al hecho, ya sabemos lo que hay), pero no. Ni siquiera sé que hago con ella (después de…). No sé y punto, no interesa demasiado.
El caso es que se paraliza cuando me pongo nerviosa. Siempre fui un poco nerviosa: claro que el decir “poco” o “mucho”, siempre es relativo; lo que a unos les puede parecer poco, a otros les puede parecer mucho y así sucesivamente. Y nunca aprendí a comerme las uñas, pero los ceniceros me delatan siempre y mis piernas inquietas, también. Tengo la posibilidad de escuchar The Grounch y saltar a más no poder, pero eso no puede hacerse en todos lados. O un tic horrendo, que consta en tocarme una ceja, secuela: ceja absolutamente desfigurada. Me río a más no poder ( y cuando digo a más no poder, es a más no poder), pero de cosas tan pero tan inrreibles, que la gente me mira mal y me siento estúpida, y no es lindo sentirse estúpida.

Conclusión: debo aprender a comerme las uñas.

3 comentarios:

rodrigo dijo...

el uso (abuso) de paréntesis
me pone (tremendamente) nervioso (si, nervioso) porque (enrealidad) podriamos (a veces) no leerlos,
aunque es imposible (no hacerlo)

soy invisible, dijo...

¿Y si tu vida se compone de paréntesis extremadamente abusivos? ¿Que pasa cuando eso pasa?

Antonella D dijo...

me encanto la belleza detras de tus palabras