domingo, 17 de diciembre de 2006

, y no, no hay y soy (y la gente)

No hay mal que por bien no venga. No hay palabras buenas ni malas: hay malas personas que dicen palabras feas.
No hay algo para alguien ni nada para nadie: hay blancos y negros (siempre); porque no hay escaleras al revés para dar la vuelta. Las líneas se trazan, o no; se salta con los pies (bien) juntos o un tanto separados. Nadie ve y nadie sabe: discri-minarse del resto, es un ejercicio intelectual. Saber hasta dónde podes llegar, también. Es como tener una enorme hoja de derivadas frente a tus ojos: y las cruces y las líneas, abunden. La gente puede ser muy estúpida: lo digo con la auto-ridad de haberlo sido (alguna vez) y porque sí, porque respiro. Porque mis ojos lo ven (cada cual tiene sus ojos capa-citados para ver lo que le plazca); porque lo palpo todos los días de mi vida. Y soy sumamente soberbia: me paro y me aplaudo. La soberbia es el amor desordenado de sí mismo: soy desordenada y amo cada célula de mi cuerpo (hasta celarme). Lo que se ama, se destruye, naturalmente. Hay personas elegidas: compañeros de ruta, testigos, amantes incansables, almas en conexión, voces al teléfono, manos hacia arriba, brazos redondos, ojos brillantes, sonrisas amplias, pies plantados (bien firmes), y pocos renglones. Idolatro a cada elegido todos los minutos de mi vida y festejo cada año que paso junto a ellos. Me enorgullezco de mis elecciones; porque me enorgullezco de ellos.
Y no hay traiciones: porque traicionar, rima con matar y yo no traiciono, nunca (y jamás también).
Ya no hay cuervos en la punta de mis pies: solo bastó un soplido fuerte para que se alejen. Y temo que vuelvan: claro que temo, porque estoy viva. Entonces, porque estoy viva, conservo tristeza y tengo incertidumbre y sé que las lágrimas no son el único reflejo del alma. Que soy y seguiré caminando y siendo: más allá de todo y de todos. Que las acciones humanas, también pueden afectarme y que los normales y no elegidos, no son objetos. Y respiro una y otra vez. Pero ya no corro, porque no hay motivo.
Correr es un acto estúpido: Forest Gump, era estúpido.
Entonces,
entonces, cierro la puerta: para no contagiar, ni ser contagiada. Pero a veces hay que salir en busca de agua: no se puede vivir sin agua, de agua estamos hechos, que cosa más genial (pienso).
¿Pensaré?
¿Pensaré realmente?

Que tan fácil será confundir lo real con lo ficticio (no es una pregunta)
y,




1 comentario:

Planethall dijo...

Ahora me voy a poner a leerte, ya que la vida de la lectura me corrompe mas que la imagen. Pero ya estamos conectados. De otra forma tambien. Besos