No hay mal que por bien no venga. Después de dos días abajo de las sábanas, con la luz apagada, los teléfonos sonando, Cass reclamando cariño y Charly saltando en el techo; suena el timbre y así, con mis medias de lana, el camisón de mi abuela, toda despeinada y un sueter todo roto, abro la puerta y está F, con su sonrisa y una bolsa de golosinas. Volví a la cama, pero ésta vez, con dos brazos abrazándome fuerte.
Mamá siempre me dijo que le haría reverencia a quién me aguante y me soporte: Hola mamá, creo que ya es hora. Que nunca nadie, me tuvo tanta paciencia como F.
F me cuida como si fuese a romperme; porque sos frágil, me dice. Creo que en un punto, tiene razón.
O tal vez, me agarró cansada e indefensa.
O quizás, seguramente, él sea todo lo que conserve, después de cinco largos y vertiginosos meses.
domingo, 3 de mayo de 2009
me olvidé la letra ¿pero como seguía?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario